A muchas nos ha pasado eso de tener una relación con un manipulador.
Si ningún tipo es fácil, éste tipo de tipos lo es mucho menos, justamente porque es de los que necesitan dirigir la vida de los demás. A veces la de los amigos, a veces la de los padres, muchas veces la de sus empleados, pero siempre, siempre, tratarán de guiar (y no precisamente por la buena senda) la vida de la pareja y de sus hijos, si los tienen.
Una de las mayores broncas de todo manipulador es el espacio personal que su pareja pueda tener; y entre estos, el más importante es el que las mujeres tenemos con nuestras amigas.
El manipulador tratará por todos los medios de que su pareja quede lo más sola posible. Es muy común que todo comience con "A ésta no me la banco", o "Pero mirá cómo se viste", o "¿Qué? ¿con un novio nuevo? Esta es una loca". No es nada raro que la mujer entonces decida ver menos a sus amigas, por uno u otro motivo, y se vaya quedando cada vez más sola.
¿Por qué esa obsesión con las amistades?
La persona más fácilmente manejable es la que está sola. Las reuniones de amigas son un "peligro" para el manipulador, justamente porque los vínculos de amistad que generamos las mujeres son, en general, muy profundos. Solemos ser muy abiertas, sensibles, y tendemos a contarnos "todo". En ese todo (el manejador lo sabe muy bien) entran, por supuesto, los problemas de pareja.
Por eso es muy común que, frente a cualquier discusión, estos hombres respondan "seguro que te estuvieron llenando la cabeza". Estos comentarios, mezclados con una pizca de inseguridad son, para una mujer, un cóctel explosivo. ¿Quién tiene razón? ¿El hombre que elegí o las amigas (que también elegí)?
Nadie está del todo a salvo, porque inseguridades tenemos todos. El manipulador no es un tipo que la "tenga clara"; al contrario: suelen ser muy inseguros, por eso no soportan casi ningún tipo de planteos y se niegan a escuchar razones cuando, cualquiera sea la discusión de que se trate, están convencidos de tener, justamente, toda la razón.
No hay que confundir "el amor" con "entrega absoluta" de tiempo y espacio. Ni a un hombre, ni a una amiga, ni a un trabajo, ni a la casa, ni a nada. Una persona completa es la que puede diversificarse, enriquecerse con distintas actividades y también, por supuesto, con gente que la rodea.
Es muy triste cuando estas mujeres "deciden elegir" a un hombre y nada más. Aquí reside el poder del manipulador: en saber que la mujer se quedó "sin redes". Una vez conseguido eso, es muy fácil para estos hombres continuar con su trabajo de araña. La única red, la única salvación, el único que está es él. Difícil, entonces, que la mujer tenga plena libertad para decidir, llegado el caso, si quiere seguir con él o no.
Todo, o casi todo, es cuestión de saber, querer y proponernos seriamente defender nuestro espacio.